Molly Wiese estaba perpleja. Sus padres y hermanos viven en el sur de California, y Wiese, abogada de 35 años, ha viajado cada Navidad desde que se mudó a Minnesota en 2007.
Por la pandemia, Wiese pensó que esta vez sería más prudente quedarse. Pero en junio, el padre de Wiese fue diagnosticado con cáncer en estadio 4 y la familia teme que éstas sean sus últimas fiestas.
¿Debería volar con su esposo y sus dos hijos pequeños a California, poniendo a su padre inmunodeprimido en riesgo de COVID-19? ¿O quedarse en casa y perderse la oportunidad de crear recuerdos de estas fiestas?
Sus hijos están en la guardería y el marido de Wiese trabaja en una escuela. No tienen suficiente tiempo de vacaciones para ponerse en cuarentena antes o después de un vuelo, y conducir ocho días de ida y vuelta está fuera de discusión.
Teme transmitirle el coronavirus a su padre. Pero sus padres, que viven en la ciudad de Yucaipa de Inland Empire, creen que vale la pena correr el riesgo de ver a sus nietos y tener “nuestra Navidad normal”, contó Wiese.
“Idealmente, tendríamos una vacuna”, dijo. “Pero no creo que sea una expectativa realista”. Pfizer, el aparente líder en la carrera para una vacuna contra COVID, dice que ni siquiera estará listo para solicitar la aprobación hasta fines de noviembre, como muy pronto.
Molly Wiese’s father has late-stage cancer and she fears this could be his last holiday season. She struggled with whether she and her family should fly to Southern California to visit him for Christmas because she doesn’t want to put him at risk of contracting COVID-19. From left: Molly Wiese, son Calvin, husband Phil Wiese, son Bennett, and Wiese’s parents, Becky and Bill Miller. (Molly Wiese)
Si bien el enigma de Wiese es especialmente importante, su historia ilustra la difícil decisión a la que se enfrentan millones de estadounidenses sobre si viajar o no durante las vacaciones de invierno, y cómo hacerlo.
La mejor forma de evitar la propagación de enfermedades sería evitar los viajes o ampliar los círculos sociales. Para las celebraciones locales, la cuarentena durante dos semanas antes de un evento festivo minimizaría el riesgo, pero solo si todos los comensales se comprometieran a seguirla. Pero algunas personas tienen que trabajar fuera de casa.
Después de al menos siete meses de estar prácticamente encerrados, las vacaciones de invierno representan una tentación casi insuperable. Incluso expertos en salud pública y enfermedades infecciosas reconocen el dilema.
“Hay mucho que ganar con el contacto físico, en la misma sala y no en una pantalla de Zoom o FaceTime”, dijo el doctor Peter Chin-Hong, especialista en enfermedades infecciosas y profesor de medicina en la Universidad de California-San Francisco.
El doctor Anthony Fauci, la autoridad nacional en enfermedades infecciosas en los Institutos Nacionales de Salud, no es inmune al problema. El 13 de octubre, le dijo a “The World” que él y sus tres hijas adultas, que viven en distintos estados, todavía estaban decidiendo si estar juntos “valdría la pena”.
Al día siguiente, Fauci le dijo a “CBS Evening News” que la reunión de Acción de Gracias de su familia estaba cancelada, dados los riesgos que plantean los vuelos. “Puede que tenga que sacrificar esa reunión social, a menos que esté bastante seguro de que las personas con las que está tratando no están infectadas”, dijo.
El doctor Robert Redfield, director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), y la doctora Deborah Birx, coordinadora del equipo de respuesta a COVID de la administración Trump, advirtieron que las reuniones de Thanksgiving podrían propagar el virus.
En California, funcionarios de salud pública están adoptando un enfoque de “reducción de daño”: no están fomentando las reuniones de varias familias, pero han emitido pautas para hacer que las reuniones sean más seguras si se realizan al aire libre y duran menos de dos horas.
Funcionarios del condado de Los Ángeles, que ha visto un aumento en las tasas de transmisión en las últimas semanas, publicaron una guía similar, reconociendo que las personas separadas de sus seres queridos durante meses anhelan cada vez más ese contacto.
“Estamos tratando de encontrar un balance, pero creo que es apropiado que intentemos llevar a cabo algunas de las actividades que la gente está desesperada por poder hacer, con total apego a la guía”, dijo Barbara Ferrer, directora de del departamento de salud pública del condado, en una conferencia de prensa el 14 de octubre.
En todo el mundo, los feriados nacionales han impulsado la propagación de COVID-19 de manera explosiva. En China, donde comenzó la pandemia, se estima que 5 millones de personas que viajaban por el Año Nuevo chino abandonaron Wuhan, el epicentro del brote, antes de que se promulgara una prohibición de viajar.
En Irán, la pandemia se impulsó por Nowruz, una celebración de primavera de dos semanas durante la que viajan millones. En Israel, las fiestas y reuniones religiosas de Purim provocaron una transmisión generalizada a fines de marzo.
Las celebraciones de Memorial Day, el 4 de julio y el Día del Trabajo impulsaron aumentos repentinos de casos en los Estados Unidos, por eso el Día de Acción de Gracias asusta a los funcionarios de salud pública.
El año pasado, viajaron más de 55 millones de personas durante los días que rodearon ese cuarto jueves de noviembre.
Sin embargo, funcionarios de todo el país están siendo suaves cuando se trata de advertencias.
En Minnesota, donde vive Wiese y los casos están alcanzando niveles récord, funcionarios instan al público a evitar las tiendas abarrotadas y las grandes reuniones en interiores con varias familias.
Pero dicen que las cenas de Acción de Gracias al aire libre con amigos y familiares locales son menos riesgosas. Su guía no explica cómo tolerar un Día de Acción de Gracias al aire libre en Minnesota. La temperatura máxima promedio en Minneapolis el 26 de noviembre es de 33 grados.
Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota, dice “paremos un poco”.
Osterholm explicó que si no puedes ponerte en cuarentena durante 10 a 14 días antes del evento, es decir, sin contacto con personas además de los miembros de tu hogar que también están en cuarentena, no vayas a la cena de Acción de Gracias en otra casa: el estado ya ha visto demasiados ejemplos de personas vulnerables que se enferman y mueren después de asistir a bodas, funerales y cumpleaños.
“Que este sea tu año COVID”, dijo Osterholm. “Es un año muy desafiante, pero no quieres introducir este virus en entornos familiares y experimentar las consecuencias”.
Osterholm y su pareja pasarán el Día de Acción de Gracias y la Navidad sin familiares, a pesar de que sus hijos y nietos son todos locales. Debido a que todos sus nietos están en la guardería o en la escuela, no hay suficiente tiempo para que sus familias se pongan en cuarentena antes de disfrutar juntos de una comida navideña.
Sintió empatía con la difícil situación de Wiese. Si decide volar a California, dijo, debería acuartelar a su familia lo más posible durante 10 días antes, y luego no pasar más de dos días con su padre.
“Incluso si se infectara, no sería más contagiosa hasta probablemente el tercer día”, dijo. “Entonces, si ella pasa esos dos días con él, puede sentirse relativamente bien por el hecho de que no los puso en riesgo”.
Para aquellos que viajan, conducir es mucho más seguro que volar porque los conductores pueden estar aislados en un compartimento doméstico y evitar la exposición al coronavirus renunciando a los restaurantes y desinfectando las manijas del baño y la bomba de gasolina antes de tocarlos.
El doctor Iahn Gonsenhauser, director de calidad y seguridad del paciente del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio, dijo que planea conducir con su familia, pasando la noche en un hotel en el camino, para pasar el Día de Acción de Gracias con la familia de su hermana en Colorado.
Él y su familia se mantienen aislados y trabajan desde casa tanto como sea posible, dejando la casa solo para compras y mandados básicos mientras evitan restaurantes y centros comerciales, dijo. Si alguien en cualquiera de las familias comenzara a mostrar síntomas de COVID, o confirmara la exposición a una persona con COVID positivo, todo el viaje se cancelaría instantáneamente.
“Es por eso que hacemos todos los planes con una reserva reembolsable”, dijo. “Si las personas no tienen forma de salirse de sus reservas, están más inclinadas a tomar un riesgo aparente”.
Chin-Hong ofreció este consejo para los viajeros de vacaciones: házte la prueba antes del vuelo para tu tranquilidad, compra boletos en un avión que deje los asientos del medio vacíos, usa máscaras N95 altamente protectoras y escudos faciales, y coloca las rejillas de ventilación individuales del avión directamente sobre cada miembro de la familia para romper las posibles partículas de virus. Y, por supuesto, lávate las manos con frecuencia.
Chin-Hong está adoptando ese enfoque en un viaje familiar planificado a la ciudad de Nueva York para visitar a su madre, que tiene más de 80 años y quiere ver a su hijo, nuera y nietos. Cada visita podría ser la última, dijo Chin-Hong.
“Para mí, la relación riesgo-beneficio apoya la idea ir a verla”.
Después de escuchar los consejos de Chin-Hong y otros expertos en enfermedades infecciosas, Wiese decidió el fin de semana pasado comprar boletos de avión para visitar a sus padres.
“Realmente nos ayudó a tomar una decisión que me estaba dando mucha ansiedad”, expresó.
For the latest news and updates, follow us and if you like our efforts, consider sharing this story with your friends, this will encourage us to bring more exciting updates for you.